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Prendas viajeras ¿Qué pasa con las prendas que llegan desde Asia a LATAM?

Sara Gómez

Columna de Opinión por Sara Gómez Morales


Llega una de las tiendas más grandes a Colombia y no puedo desaprovechar este momento para hablar de la ropa, las prendas que viajan desde China hasta Latinoamérica. Si les soy sincera, desde mi posición económica no puedo salir de compras cada vez que me siento triste como Blair Waldorf; más bien yo soy una Jenny Humphry, ese tipo de persona que tiene que ahorrar para comprar lo que desea o que en su defecto se lo debe hacer con sus propias manos.


Contexto, si es que aún no has visto Gossip Girl: Blair Waldorf es una chica millonaria, consentida y que vive disfrutando los placeres de la élite de Manhattan y Jenny Humphry es una aspirante a pertenecer a la élite. No es el tipo de chica que pueda derrochar dinero.  


A raíz de la llegada de la multinacional Shein a Colombia, uno de los retailers electrónicos de moda más grandes del mundo, cuyo modelo de negocio se basa en tiempos de entrega ultra rápidos, precios bastante económicos y una gran disponibilidad de productos todo el tiempo. Se abre también un gran debate de sostenibilidad, comercio local y responsabilidad al momento de comprar.  


Fotografía tomada de Bussines Insider España.


Toda Humphrey ha querido ser una Waldorf loca por las compras, en algún momento de la vida, y actualmente, debido a la tendencia del fast fashion, el con­su­mi­dor promedio está comprando un 60% más de ropa en comparación con el 2000, pero el uso de las prendas ha disminuido a la mitad y el 40% de la ropa nunca lle­ga a usar­se, según la UNECE (Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa).  


Pero ¿realmente necesitamos ahogar nuestros problemas rayando las tarjetas? Lo sé, suena bastante tentador y además con las ofertas del mercado electrónico en tiendas como Temu y Shein que todos los días nos bombardean los celulares, ¿cómo resistirse? Realmente no es imposible, hay que quitarnos un rato la máscara Waldorf y ponernos la empatía de vestido.  


Es que para nadie es un secreto que la industria de la moda hace mucho daño, cifras como las 10 a 14 horas al día que pasan trabajando las personas en países como Asia, con salarios de miseria o el consumo excesivo de recursos en las prendas, incluyendo un 40 % de agua del que hace uso el consumidor cuando tiene la prenda, no son ningún secreto, pero cada vez más se nos vuelve paisaje y el individualismo nos invade, pues mientras buscamos la forma de hacernos la vida más fácil y más barata ignoramos todo lo demás y solo nos importa nuestra satisfacción personal y la aprobación social. 


No es necesario sacrificar a la humanidad y al planeta por ahorrar dinero y acumular ropa. Soy una fiel creyente de que es posible tener un armario sostenible y empático con poco dinero, pues tenemos que dejar de ignorar que si el consumo continúa al ritmo actual, necesitaremos tres veces más recursos naturales para 2050, en comparación con lo que se usó en el año 2000. Según cifras de Clean Clothes Cam­paign, en estos momentos se consumen aproximadamente 70 millones de toneladas de ropa cada año y los desperdicios son proporcionales a este número.


Me alegra saber que no soy la única persona que está hablando de esto, pues en redes sociales el tema es bastante comentado y personalidades como @WonderMafe, quien hace poco hacía un llamado de alerta y preocupación a los influencers para que se enfoquen en resaltar los movimientos de compra local y no se sumen al ultra fast fashion, dan cuenta de que no queremos esas prendas que viajan desde China. Por otro lado, @LaRubiaInmoral también hace una crítica a la que no podemos hacernos de oídos sordos: “que la única forma de hablar de moda sea consumiendo me parece un poco preocupante y para vestirse bien no es necesario comprar ropa cada 2 minutos”. 


Sin embargo, hay otros comentarios que me generan un cóctel de emociones desagradables, esa combinación de indignación e impotencia cuando veo que comentan con tanta seguridad cosas como que comprar no fast fashion es un privilegio de clase y de delgadez enorme. No es verdad y, en cambio, sí es completamente trabajo del marketing creer que las tiendas como Shein están hechas para las clases bajas. Simplemente han creado una imagen perfecta para derrochar el dinero que con esfuerzo trabaja la clase media y que estos consumidores demuestren que pueden tener ropa nueva todos los días. 


Por eso propongo no comprarnos esa mentira, vestirnos de empatía y volver nuestra ropa prendas viajeras entre nosotras. ¿Todo es muy caro y no sabes cómo? Aquí 2 tips de oro: 

#1. Momento de hacer un detox del armario y lo que no sirve que no estorbe, pero no se bota. Hasta las Waldorf ponemos a viajar la ropa entre la familia y amigas. 

#2. Vamos a darle una cachetada a las ofertas y realmente pensar antes de comprar. Eso nos va a dar la oportunidad de comprar algo mejor y más duradero más adelante.

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